OLIGARQUÍA VERNÁCULA y PERONISMO, AMBOS PREBENDARIOS. DOS MALES QUE HAN DEVASTADO EL PAÍS, Y LO SIGUEN HUNDIENDO, FRENTE A UN PUEBLO DE “OVEJAS”

 por Fernando J. MARCOS



1. Estoy ¡cansado!, pero muy, muy lejos de estar abatido y de dejar de dar pelea.

Como dice el gaucho Martín Fierro: "Yo soy toro en mi rodeo Y torazo en rodeo ajeno; Siempre me tuve por güeno Y si me quieren probar, Salgan otros a cantar Y veremos quién es menos".

No obstante, mi  temperamento luchador  no me impide  expresar mi sincera decepción,  porque mis hijos, como los de tantos, viven la inestabilidad de un país que funciona al revés del mundo, donde se naturaliza lo ilícito, lo burdo, la degradación cultural y los valores más elementales.

Desde que comenzó mi vida laboral en los últimos años de la década de los 80, solo fuimos de mal en peor.

Hace años que todos los sectores políticos se deshacen en propuestas políticas cargadas, en mayor o menor grado, de diversas ideologías —en los pocos casos donde se advierten sinceras convicciones, más allá que se las comparta o no—, pero sin indicar cómo y de qué forma específica y concreta se puede superar la gravísima crisis moral, social y económica que nos afecta hace casi un siglo, y sin proponer una estrategia con método y medidas puntuales que puedan ser objetivamente consideradas y valoradas. 

Conclusión: PURO CHAMUYO, incluso, en los casos donde se obre con buena fe al expresar tales planteos políticos, con fines electorales. 

El problema es que la realidad deja a la vista que la Argentina se viene DESTRUYENDO, poco a poco, desde hace noventa años, habiéndose acelerado el proceso en los últimos cuarenta años, demostrando que, afortunadamente, aprendimos a vivir formalmente “en democracia” pero no a gobernar seriamente. 

Para que esto suceda, una clase dirigente poco instruida —sin la idoneidad constitucionalmente exigida—, cuando no, inmoral, se ha dedicado sistemáticamente y con distintas metodologías, a favorecer esa destrucción.

Lo ha llevado a cabo, anulando o tergiversando deliberadamente los ideales, valores y principios, —hasta la naturaleza humana misma— que habían llevado a nuestra, otrora, incipiente Nación, a perfilarse como un GRAN PAÍS a fines del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX. 

Ni la FAMILIA, ni la VIDA misma tienen hoy una verdadera protección en una sociedad global seudoprogresita, donde manda el hedonismo, lo mundano y el consumo, sustentados en un contradictorio RELATIVISMO —nada es absoluto, salvo el principio que dice que “todo es relativo” para esta “chantocracia filosófica”— que posibilita justificarlo todo, aunque dejando a la deriva a quienes maliciosamente utiliza, y que como ganado perdido en la niebla se deja obnubilar por el sonido del cencerro relativista, agradable y ajustable a todos los gustos. 

La base de sustentación es otra perversión: impedir el acceso a una verdadera y completa educación, manipulando objetivos y contenidos. Ideologizándolo todo, sin importarles los valores religiosos y morales de sus padres. Nada importa, solo imponer la falsa ideología imperante que contradice, no ya la naturaleza humana desde un plano filosófico, sino a la propia biología.   

Por ejemplo, la real trascendencia del ser humano y la fe son, en gran medida, desechados o tratados con una superficialidad total, cuando no aplastados por un materialismo contundente que se presenta oculto y seductor de la mano de un consumismo. 

Así, hoy se “es y se vale en función de lo que se consume”.  Y el que no consume, “no es nada“. 

Todo vale en un mundo donde existen “derechos a la carta”, en realidad, solo para lo efímero, lo material, pero poca protección de los verdaderos derechos —por ejemplo, a VIDA, al TRABAJO REAL, a la EDUCACIÓN, entre otros— y, menos todavía, “OBLIGACIONES y RESPONSABILIDAD”, como si la realización de esos derechos, de cualquiera, fuera posible por arte de magia y sin evaluar su sustentabilidad.  

De esta manera, únicamente la INCERTIDUMBRE se da cita y es la nota de estos tiempos. 


2. Este obvio descalabro —“cambalache” lo denominó Enrique Santos Discépolo en 1934, ¡y no le erró ni un poquito!—, tiene responsables, no lo duden.

En lo que respecta a la destrucción de la Argentina que ocupa estas líneas, los verdaderos culpables, no son, aunque hayan sido cómplices interesados en diversas etapas de nuestra historia, ni los EEUU, ni los ingleses, ni el Fondo Monetario Internacional, ni el Club de París, ni el nuevo “orden mundial”, ni los astros, ni “la luz mala”. Nada de eso. 

SON TODOS ARGENTINOS de carne y hueso, nacidos y criados en este suelo bendecido por la mano de Dios. 

Si no me creen —lo de “bendecido”— repasen a vuelo de página el viejo Manual Peuser de 7mo. grado (solo para veteranos) donde se describen las riquezas naturales de la República Argentina. Si no son bendiciones, ¿qué son?


3. Pues bien, estos son esos responsables por orden de aparición: 

Primero, la que fue —y lo sigue siendo, aunque con otras caras— la vieja OLIGARQUÍA vernácula, cipaya —¡ojo!, solo cuando le conviene, no se confundan—, avara, especuladora, individualista al extremo y usurera, hipócrita al ejercer sus creencias, cuyos dirigentes y seguidores no tienen bandera y, menos aún, nada que ver con el real liberalismo económico, ni con el capitalismo. 

Solo importan ellos y su descendencia. 

¡Pobre Adam Smith!, si resucitara y leyera las cosas que se dijeron en su nombre y fuera de contexto regresa feliz a la tumba. 

Inicialmente fue la "oligarquía con olor a bosta", tal como calificó Domingo Faustino Sarmiento a los latifundistas de su época que se habían repartido la Pampa por unos pocos patacones, cuando este gran presidente —de los pocos estadistas que tuvimos con una visión de lo que debía ser este país y sobre cómo hacerlo, aunque ahora se lo denoste— pretendía implementar un sistema agro-ganadero similar al de los EEUU de entonces, basado en minifundios o pequeñas extensiones con muchos chacareros, o sea, para muchos argentinos. 

Esa oligarquía “tradicional” que, entre otros, favoreció el golpe de estado al presidente Hipólito Yrigoyen en 1930 dando inicio a la “Década Infame”, hoy ha dejado se la de entonces, por lo menos, que manda. 

Quedan si, unos pocos herederos de ese “patriciado” poco “patricio”, de dudosa cuna, que nacieron con las actividades comerciales de sus antepasados que se beneficiaron —a la Argentina— del contrabando y del comercio centralizado, unitario y abusivo de la Buenos Aires del siglo XIX.

Lamento pincharles el globo a quienes creían que existía una verdadera “aristocracia” argentina. ¡Qué le vamos a hacer!, es lo que hay. 

Alcanza con advertir que los herederos de nuestros próceres solo heredaron la gloria de serlo, que no es poco, pero ¿bienes?, ninguno. 

Tranquilos. No soy un bolchevique. Sigan leyendo que hay para todos.  

Actualmente esa oligarquía cambió de integrantes.

De los que tenían “olor a bosta de vaca” pocos quedan, porque “el campo” hoy no es de los latifundistas que hicieron reaccionar a Sarmiento y a nacionalistas del siglo XX como Raúl Scalabrini Ortíz, sino de empresarios agropecuarios —familias, en gran medida— que son dueños o explotan extensiones de tierra mucho más pequeñas, cuando no son directamente chacareros. 

En resumen, verdaderas PYMES agropecuarias. 

En cambio, sí están quienes controlan los grandes negocios agroindustriales y al grupo de clásicos empresarios prebendarios, especuladores, algunos mafiosos, que han pasado a ser los nuevos “oligarcas” del tercer milenio. 

Muchos de ellos, integrantes de una “patria financiera” que no ha dejado de operar y e especular, al amparo de los privilegios que el Estado les ha concedido, a cambio de los “retornos” —¿será una cooperativa de trabajo?— que en Comodoro Py nunca se terminan de acreditar o, simplemente, que prescriben sin que nadie las pague. 

Aclaro, tampoco pagan los jueces prebendarios —que los hay y son los menos— cuyo reprochable accionar —o pasividad— es causa de la opacidad que advierte la población en toda la Justicia, aunque la mayoría de sus integrantes no merecen ese tratamiento por culpa de unos pocos deshonestos.   

Claro está que, esta clase empresaria minoritaria en número, no le llega a los talones a la mayoría de nuestros empresarios, principalmente pymes, que generan empleos productivos y son los que mantienen en marcha la economía y le ponen el pecho a las balas invirtiendo en la Argentina,  a pesar de un insaciable Estado que no para de extraerles hasta la última gota de sangre, de la misma manera que lo hace con el resto de los trabajadores autónomos, profesionales o no, que son inmovilizados a fuerza de confiscatorios “impuestazos” para mantener un déficit fiscal que es incrementado día a día por la inoperancia de nuestra dirigencia.


4. Llega ahora el turno del “segundo responsable” de nuestra decadencia: el “PERONISMO” y, su versión maquiavélica y más dañina, el KIRCHNERISMO. Ambos secundados por las mafias sindicales —siempre todos inocentes—que están a la orden del día y a las órdenes de quienes los “banquen”. 

Y los otros partidos, principalmente el RADICALISMO —por su antigüedad—, ¿son inocentes? 

Para nada, solo que su responsabilidad pasa por otro lado. Por su INOPERANCIA, INACCIÓN y FALTA DE COJONES, lo que los hace claramente culpables, por acción o por omisión.

O sea, no están exculpados. 

En cambio, el PERONISMO y, especialmente, el KIRCHNERISMO, son otra cosa. 

Disculpen quienes, de buena, son sus seguidores, pero es así como veo honestamente las cosas.

Este “movimiento” peronista, así llamado por su jefe histórico, está compuesto por sujetos variados. 

Encontramos ricos y pobres —siempre más pobres, pero ahora muchos más—, simpatizantes de la izquierda y de la derecha, de la centro izquierda y de la centro derecha, del centro propiamente dicho, trabajadores, empresarios y sindicalistas —estos se aman y odian a la vez ... ¿será vedad?—, radicales traidores, bufones y acomodaticios —también de otros partidos—, cuyos dirigentes son millonarios o, por lo menos, bien adinerados, aunque su tropa está económicamente en las antípodas. 

Estos se mantienen —los que los mandan— en el poder “combatiendo al capital” —salvo el de sus jefes— y produciendo lo que mejor saben: MÁS POBRES.

Sucede que de empleo productivo, de una actividad empresarial verdadera y de una economía real, sustentable, no tienen ni idea. 

Solo emiten, aumentan impuestos y devalúan. Esa es su receta para combatir la inflación.  

Este “movimiento”, giro al que tuvieron que acudir para designar a esta “criatura” integrada por un heterogéneo grupo de seres que no responde, ni por error, a una ideología determinada, ideológicamente totalitario y fascista —se estaba con el líder o se era “contrera”—, de la mano de su fundador, un militar inteligente y astuto, se apropió de algunas ideas defendidas desde años anteriores por anarquistas y socialistas, como así también, de las que conforman la “Doctrina social de la Iglesia Católica, e implementó algunas buenas reformas que favorecieron a los trabajadores y a los más postergados, especialmente en el área de la salud pública y del derecho del trabajo, aunque no desinteresadamente, sino para favorecer al final del día, a otra “NUEVA OLIGARQUÍA” cuya base de sustentación fue el “clientelismo” y el uso perverso de las necesidades de los más postergados para sostener al líder. 

Pero como al fin y al cabo, esas reformas, justas y necesarios para los trabajadores que se desempeñaban en condiciones muy precarias hasta entonces, hicieron que ese movimiento y, principalmente su líder y su esposa —cualquier parecido con las últimas décadas del actual siglo ¿es pura coincidencia?— se ganaran el honesto agradecimiento y, por momentos, veneración del pueblo favorecido, insisto, justamente. 

Esto no solo no cambió, sino que se agravó luego de la llamada “Crisis del 2001” —es hora de editar un nomenclador de crisis argentinas, ¿no les parece?, son tantas— a partir de una perversa y, sin duda, pergeñada decisión que, por sus características e implicancias, ni siquiera pudo imaginar el carismático líder de 1945: la creación de lúmpenes que directamente dependan de la pura dádiva del Estado, traducida en planes y más planes.

O como gusta decir a ciertos sectores que los defienden: “redistribuir la riqueza”, yo agrego, sin saber cómo se genera esta. 

Se trata nada más y nada menos que de una nueva clase “NO TRABAJADORA”, llamada “PIQUETERA“, a la que se le justifica cualquier desmán o violación de la ley, gobernada por la necesidad creada por sus propios dirigentes, “otra criatura” que ahora opera no como “movimiento” sino bajo la forma de “organizaciones sociales”.

Su “objeto social”, pedir cada vez más planes y su sistemático aumento, como si se tratara de remuneraciones de un trabajador real. 

Sus legiones, están esta vez integradas por personas que son asquerosamente utilizadas y obligadas a marchar y acampar hasta con bebes, bajo apercibimiento de “perder el plan”, integran un triste “lumpenaje” el cual integran, porque fueron maliciosamente formateados para ello por sus propios jefes políticos, quienes se ufanan públicamente como “luchadores sociales”, mientras le “afanan” a sus protegidos, entre otras cosas, nada menos que la DIGNIDAD.

 Tan profunda fue esta repugnante creación peronista que hoy, muchos de los que componen a este grupo llamados “planeros”, desconocen el concepto mismo de lo que es “el trabajo” y el valor que representa la “dignidad de ganarse el pan” con el esfuerzo personal. 

La mayoría son víctimas de esa contra-política social que llevó a la eliminación de todo parámetro racional en materia de asistencia social seria y necesaria por parte del Estado para los más vulnerables, algo con lo que cualquier persona bien nacida está de acuerdo. 

En todo esto, la mano del kirchnerismo fue decisiva.

Derecho a cobrar siempre, sin límite de tiempo, sin trabajar.

Lo llaman, para que parezca lo que no es, “economía social”. 

Surgen “cooperativas de trabajadores” que no trabajan y “organizaciones sociales” que deciden a quien le dan o se le quita el plan porque tienen la venia del “poder político de turno” y que solo “organizan” marchas para quejarse de lo poco que cobran, reitero, sin trabajar, mientras no dejan llegar a sus labores a quienes financias estas prebendas con los impuestos que pagan. Léase, “los GILES”, me refiero a los que pagamos para mantener este sistema clientelar. 

Tal realidad, más que fruto de perversos, lo es de psicópatas, porque solo quienes disfrutan del mal que están causando pueden insistir en defender este triste espectáculo callejero que nos golpea cada vez con mayor dureza y que inexorablemente nos está encaminando a un abismo del que va a ser sumamente doloroso y dificultoso salir. 

Lo peor de todo es que para obrar ilícitamente se amparan en los “derechos humanos” y en la “caridad cristiana”, esta última, que entienden como “limosna prebendaria” y no como amor por el prójimo. 

Y sí, “todo tiene un final, todo termina” como reza la canción de Vox Dei, y esto, tarde o temprano va a extinguirse. Qué seguirá luego: más drama e INCERTIDUMBRE.

Por todo esto que comento me van a tildar de “antiperonista”, pero lejos estoy de serlo.

Lo que no puedo evitar es decir lo que veo, de la misma forma que considero sinceramente para el olvido gobiernos como el de la Alianza (de la Rúa) y del Cambiemos (Macri), cuya malísima performance lejos está de empardar la de “los muchachos” que cantan la pegadiza marcha (PD: la mejor versión, la del don Hugo del Carril). 


5. Por último, los otros responsables: un pueblo de OVEJAS, no de “mansos” que es otra cosa.

Sujetos que gustan pasarla bien, sin preocuparse por las consecuencias, que son felices si el dólar no sube, si pueden viajar al exterior y comprar bienes efímeros, quienes no están dispuestos a sacrificar nada en la medida que sus materialistas exigencias se vean satisfechas. 

Un pueblo que se banca cualquier cosa con tal de no perder su posición o privilegios. 

Que solo despotrica y carga la culpa en los “de afuera”, olvidando que la puerta, en todo caso, se la abren los de “adentro”. 

Pero lo peor, un pueblo de TIBIOS, de miedosos que no quieren exponerse, que ni siquiera se atreven a tildar un “me gusta” —aunque estén de acuerdo con lo que leen— por temor a que los vea el “oficialismo de turno” y así pierdan alguna “ventajita” o comodidad de la que gozan.

Eso sí, con total hipocresía se quejan en privado cuando nadie puede oírlos.   


6. Después de todo esto, qué nos queda para adelante. 

La ESPERANZA, siempre la ESPERANZA que requiere del VALOR de todos los que no estamos dispuestos a entregarles el país a una manga de mafiosos, vagos y malentretenidos, que no van a dudar en destruirlo todo para su propio beneficio “y su descendencia”. 

Ciertamente, me refiero a los dos responsables anteriores.  

Hagan explotar las redes sociales en contra de esta VAGANCIA INSTITUCIONALIZADA por esta mafia política que fabrica pobres para sostenerse en el poder, ya que no pueden ganarse votos legítimamente porque NO se les cae una sola idea para sacar al país adelante. 

Compruébelo usted mismo. 

Escuche a los políticos —a TODOS— y haga una lista donde consten qué estrategias CONCRETAS, métodos ESPECÍFICOS y medidas PUNTUALES, legal y técnicamente posibles y realizables, proponen. 

Se va a dar cuente que la abrumadora mayoría de los discursos son vacíos, puros “chamuyos” que NO DICEN COMO RESOLVER los problemas. 

Por ejemplo, si a usted le falta agua potable en su barrio, primero necesita definir de dónde va a sacar el agua y, luego, cómo va a llevarla hasta su hogar (obras de infraestructura, caños, etc.), para definir qué recursos necesita y, lo más importante, DE DÓNDE LOS VA A OBTENER. 

Nada de esto pasa. 

Nos dicen que estamos creciendo, como si fuésemos idiotas que no conocemos el significado de las palabras.   

El Sr. Presidente desvaría, dice una cosa a la mañana y otra por la noche. La “guerra contra la inflación” la perdió antes de iniciarla porque hizo lo que sostuve antes: salió a la batalla sin estrategia, ni tácticas de combate.  

De la Vicepresidente, qué decir. Está más preocupada porque le digan “Vicepresidenta” y por no ir en cana que por la Nación Argentina.  

Su fraudulenta maniobra en el Senado para sacar un voto en el Consejo de la Magistratura la pita tal como es: un fraude absoluto. 

Lo importante es hablar con la “e” para no discriminar, pero nadie se refiere seriamente a la gravísima crisis que atraviesa en nuestro el “sistema educativo” que hoy es CALAMITOSO en sus resultados. 

Esto sí que es pura perversión.

Que los chicos pasen de año, aunque no sepan nada. Da asco cómo son utilizados los pibes y cómo los padres se quedan expectantes y contestos porque “pasan de año”.  

¿Y la oposición? Dicen que están para proteger a la República, pero en rigor de verdad, se llevan puestos como muñecos en el Congreso. 

Macri habla como si hubiera gobernado Júpiter. 

Vidal, ex gobernadora bonaerense que se rajó a CABA para zafar y no defender su gobierno —deficitario, por cierto—, nos hace pensar a quienes la votamos en su momento —defraudados de cabo a rabo— que es verdad todo lo que le cuestiona el actual y, no menos criticable, gobernador bonaerense.  Cree que poniendo cara de seria en la televisión, nos vamos a comer el sapo. 

Los RADICALES, por su parte, cuyo ideario y principios me hicieron ser un simpatizante radical desde siempre, dan más lástima que Macri, Lilita, Vidal y Larreta juntos.  

Como ven, estamos en manos de una banda de irresponsables y de ¡BURROS!, dispuestos, por acción y omisión, por convicción, intención o pura ignorancia, a estrellarnos contra la pared.

El PUEBLO no le importa casi a nadie.

Si esto que digo falso, veríamos como día a día se implementan acciones positivas, no se dirían las mentiras que se dicen —ni mentir saben, porque al día siguiente se desmienten ellos mismos—, se tomarían las medidas que no se toman y no se sostendría este sistema planero y de subsidios sin fin, que nos está llevando inexorablemente a la ruina a todos los argentinos, incluso, también a los que “dicen” querer proteger. 


7. Por eso, SI NO SE COMPROMETE, después NO SE QUEJE. 

BLANDOS y MIEDOSOS, ¡SOBRAN! 

Y para los que van a saltar por todo esto, que además se tildan de cristianos y protectores de los más vulnerables, termino diciéndoles que la verdadera virtud de la CARIDAD no significa dar limosna —menos limosna prebendaria—, cajas con comida y educar para la vagancia a cargo del Estado, otorgándole a todo eso el falso cartabón de “derechos”.

Se trata de luchar —y de dar las herramientas para hacerlo— por la DIGNIDAD que da el TRABAJO REAL, el productivo, que nada tiene que ver con la trucha “economía social” y el aumento de los planes. 

Es fácil sostener este circo cuando todos los que lo defienden viven de sueldos del ESTADO y no generan su propio sustento rompiéndose el alma trabajando a partir de sus PROPIOS MÉRITOS. 

Pero para esto también inventaron otra: la “meritocracia”. 

Solo saben IGUALAR para abajo. 

Es comprensible, para VOLAR, tuvieron que ser instruidos, pero el PERONISMO solo supo y sabe REGALAR aviones de juguete para que los “pibes” crean que ya están volando. 

Después no digan que no se los dije. 

COMPROMÉTANSE, HABLEN, GRITEN, HÁGANSE ESCUCHAR. RECLAMEN Y ¡NO TENGAN MIEDO!  


Castelar, 16 de mayo de 2022.