REFORMA LABORAL: SÍ O NO. ¿SEGUIMOS SIN ENTENDER NADA?

Por. Fernando J. MARCOS. 


Sr. Presidente:


Reforma laboral NO es sinónimo de quitar derechos a los trabajadores o de generar precarización laboral. NO tiene nada que ver con eso. 

Que algunos pocos lo pretendan, es posible, pero NO es lo que queremos los argentinos de bien.

Se trata de actualizar y reformular diversos temas para favorecer el sostenimiento de los puestos de trabajo existentes y la creación de nuevos, que, incluso hoy, son necesarios, pero que no se cubren efectivamente. 

Pero, si a pesar de la crisis se necesitan trabajadores, ¿qué es lo que pasa? ¿por qué no son contratados? 

En primer lugar, porque las normas laborales transforman al empleador en un sujeto que termina con mayores obligaciones hacia un empleado que con sus propios hijos.

Me explico:  

Reglas de juego que, sin importar la envergadura de su compañía (micro, pequeña, mediana, grande o multinacional), determinan que, si se contrata, por ejemplo, a una persona los 20 años de edad el empleador queda obligado hacia esta -potencialmente- por otros cincuenta años, pues no puede pedirle que se jubile hasta que cumpla 70 años. 

Pero como si fuera poco, Ud. Sr. Presidente, en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación (2022) dijo que ningún trabajador debería ser obligado a jubilarse si no quiere. O sea, hasta que la muerte los separe. 

En definitiva, de su discurso surge el siguiente mensaje: contrate a una persona para trabajar y quedará comprometido por décadas, aun cuando no sapa si en un país como la Argentina su negocio va a durar 5 años. 

Sí, ya sabemos, eso es el "riesgo empresario". 

Pues bien, aviso que ese "riesgo" es común para todos, tanto para el empresario como para los trabajadores, en distinta medida y con distinta responsabilidad, por supuesto, pero no lo es para unos y no para otros. Lo contrario es solo una suerte de epifanía voluntarista e irreal. 

No es posible salvar al empleado sin el empleador, salvo el sueño de las cooperativas de trabajadores -que fracasan en su mayoría-, pero para eso es necesario primero, quebrar las empresas.  No creo que ese sea el camino.  

Ahora bien, esto que significa, ¿reducir los derechos de los trabajadores? EN ABSOLUTO. 

Por el contrario, es PROTEGER y GENERAR TRABAJO, dando previsibilidad al trabajador y al empresario.

Es capacitar a los jóvenes -futuros trabajadores- y a los que ya lo son, para poder estar a la altura de los nuevos requerimientos que los procesos productivos y las nuevas tecnologías demandan, que no son cubiertos por la pobrísima educación formal que hoy se recibe    

Es repensar las formas de contratación vigentes para que se adapten a las necesidades (NO contratos basura).

Revisar y actualizar las reglas de cumplimiento del contrato (obligaciones, deberes, etc.), donde el esfuerzo de determinados trabajadores sea premiado y no sirva para "igualar" y beneficiar a quienes no lo merecen bajo el argumento de "igual remuneración por igual trabajo", desanimando a aquellos que quieren progresar dignamente.

Modernizar el contenido de las convenciones colectivas de trabajo, mayoritariamente redactadas hace más de cuarenta años, para ajustarlas a las clases y modalidades del trabajo del siglo XXI y jerarquizar el trabajo especializado. 

Buscar formas justas y previsibles de reparación para el trabajador en caso de accidentes, enfermedades y de extinción de la relación laboral.

Replantear ciertos "privilegios" sindicales que solo sirven para dañar la relación entre estas organizaciones y los empleadores, entre otros temas. 

Un abordaje serio y con buena fe de tales puntos, permitiría a todos, trabajadores y empresarios (mayoritariamente PYMES en Argentina), poder mantener y crear, a la vez, puestos de empleo genuinos, sólidos y perdurables.

NO conozco ningún empresario que contrate a alguien pensando en despedirlo. 

NADIE despide por deporte.  

Alguien en su sano juicio puede pensar que se va a contratar a un trabajador, se lo va a formar -con el costo económico que esto representa para una empresa- para luego, en la primera de cambios, despedirlo. 

Creer esto es no entender nada. 

En cambio, si continuamos de la misma manera, si contratar a una persona SE TRANSFORMA en un problema para los dadores de empleo -tal como sucede hace años-, porque se ven expuestos al pago de groseras, desproporcionadas e injustas indemnizaciones y multas, que exceden la necesaria y razonable reparación que merece el trabajador ante la ruptura injustificada de la relación laboral, SOLO VAMOS A EMPEORAR.

Podrán criticar lo que señalo en estas breves líneas, pero créanme, si no se enfrentan estos y otros puntos como los mencionados, las cosas no van a mejorar y el empleo, no solo no va a crecer, sino que va a disminuir.

Insisto, no podemos quedar atados a reglas que requieren de una revisión y sana reformulación que las adapte a los tiempos que vivimos.

Seguir así, solo va a servir para afirmar el privilegio de unos pocos en perjuicio se la mayoría.

No habrá crecimiento, ni seguridad para los trabajadores y solo crecerá la informalidad, especialmente porque muchos empresarios ven como, aun cumpliendo con la ley, diversos artilugios y prerrogativas legales sirven para que, muchas veces, se los condene a pagar indemnizaciones sin causas reales o mayores sumas que aquellas razonablemente deberían pagar. 

Repensar y reformular es condición necesaria para afrontar los desafíos del futuro, en esta y en todas las materias. 

No hacerlo, es solo propio de aquellos que solo quieren mantener el status quo que solo beneficia a los privilegiados de ambos lados del mostrador, pero no a los que trabajan verdaderamente.